¿Cuál es la vida útil de tus dispositivos electrónicos?

2022-05-27 20:58:08 By : Ms. Andy Cao

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por: Edward C. Baig, AARP, 16 de febrero de 2022

Este mes, presumiendo de sus cámaras de calidad profesional, deslumbrantes pantallas, baterías de gran capacidad y funciones que son producto de la inteligencia artificial, Samsung reveló tres costosos teléfonos inteligentes de la serie Galaxy S22, las últimas versiones de los celulares insignia Android de la compañía.

Tal parece que los teléfonos, con precios de $800 a más de las cuatro cifras en algunos modelos, son visualmente impresionantes. Pero hubieras podido decir lo mismo del teléfono de la serie Galaxy S que compraste hace dos o tres años y que, en su momento, disponía de la tecnología más avanzada. Ese Galaxy sigue siendo perfectamente adecuado, y tal vez decidas no comprar uno nuevo esta vez, aunque existan ofertas interesantes para intercambiarlo por un dispositivo nuevo.

Pero supongamos que decides comprar un teléfono nuevo. Dentro de 12 a 36 meses, o cuando sea que te encapriches con el modelo más actual y popular, ¿volverás a sentir la tentación?

El dilema de comprar o no tu dispositivo no es solo un problema para los usuarios de Samsung. Los seguidores de Apple se plantean la misma duda cada vez que sale un iPhone nuevo. Lo mismo sucede cuando otras compañías estrenan sus mejores y más modernos modelos. Los especialistas en mercadeo se aprovechan comunicando el mensaje no muy sutil de que el equipo que tienes está anticuado, sin importar los años que tenga.

Esto no solo se aplica a los teléfonos sino a una multitud de productos tecnológicos: computadoras, monitores de actividad física, refrigeradores, relojes inteligentes, tabletas, televisores y lavadoras. Aunque no seas el tipo de persona que siempre busca la próxima gran novedad —o si no tienes el dinero para hacerlo—, te preguntarás cuál es la vida útil de todos los productos tecnológicos que tienes en tu casa.

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El tiempo que quieres que duren tus dispositivos y electrodomésticos en general no coincide con el tiempo que realmente duran. ¿Por qué existe esa desconexión? ¿Significa que esos productos ya no sirven?

Tal vez sí, tal vez no. La respuesta tiene que ver con la antigüedad, la condición y el tipo de dispositivo que puede estar llegando al fin de su vida útil. Los aparatos sufren abolladuras, pierden piezas, las baterías dejan de funcionar y las cosas se rompen. ¿Vale la pena arreglarlos o es demasiado costoso? ¿Todavía hay repuestos disponibles o ya venció la garantía? ¿Tiene el producto la capacidad tecnológica para manejar las últimas funciones o actualizaciones de software? ¿Ya suspendió el fabricante la asistencia técnica?

Con el tiempo, los aparatos pierden su utilidad por factores fuera de tu control. Por ejemplo, el teléfono que todavía usas desde hace una década quedará obsoleto cuando las compañías móviles desconecten sus redes 3G, empezando con AT&T el 22 de febrero del 2022.

O tal vez te deshagas de los productos antiguos solo porque te dejaste seducir por la promesa de lo novedoso.

En 1924 los fabricantes de bombillas formaron lo que se conoció con el nombre de "cartel internacional Phoebus" para coordinar los precios y una vida útil más reducida para sus productos. Casi 100 años después, el concepto de obsolescencia, que se remonta al menos a la Gran Depresión, a veces conlleva un tono conspiratorio.

El concepto sugiere que las compañías no desean productos que duren por siempre para que así puedan fabricar nuevos modelos más rentables. Además, supone que los fabricantes utilizan partes endebles o emplean mano de obra barata para bajar los costos.

Una explicación más positiva es que las compañías desean innovar, evitar el estancamiento y estimular el consumo. El cliché "ya no fabrican las cosas como antes" tiene una connotación mayormente negativa.

“Es absolutamente cierto que no lo hacen”, explica Jonathan Chapman, profesor de diseño de Carnegie Mellon University en Pittsburgh, quien dirige un programa para diseñadores “comprometidos a emprender cambios positivos en el mundo”, según dice el sitio web de la universidad. “En mi opinión eso es bueno y malo. En ciertos aspectos, las cosas ya no se fabrican para que duren… y claramente no se conciben para ser desmanteladas y reparadas fácilmente si se averían o necesitan actualizarse”.

Pero Chapman dice que, en el caso de algunos productos de gran consumo de energía, como refrigeradores, lavadoras y automóviles, le alegra "que ya no los fabriquen como antes. Los agujeros en la capa de ozono son prueba de ello”.

Nathan Proctor dirige la campaña nacional del movimiento del "derecho a reparar" en United States Public Interest Research Group (US PIRG), una organización sin fines de lucro dedicada a la defensa del consumidor. El objetivo de la campaña es ampliar el período durante el cual puede repararse un producto.

“Es decir, la idea de que tus cosas no duran tanto como antes es una realidad objetiva”, explica. “Las [fábricas] no están haciendo productos para que tengan una larga vida útil”.

Los reformadores del derecho a reparar desean que las autoridades estatales concedan a los consumidores y a las pequeñas empresas acceso a los repuestos, las herramientas y la información de servicio necesarios para efectuar los arreglos. La Unión Europea ya ha adoptado esas normas para ciertos electrodomésticos.

Comprar equipos nuevos en vez de repararlos no solo desestabiliza el presupuesto familiar. Los dispositivos tecnológicos desechables son perjudiciales para el medio ambiente, según US PIRG.

Un estudio realizado por este grupo —en los 12 meses desde el tercer trimestre del 2018 hasta el segundo trimestre del 2019— reveló que las personas en el país gastan anualmente alrededor de $1,480 por unidad familiar en productos electrónicos nuevos y poseen 24 aparatos electrónicos en sus hogares. Además, la familia promedio genera 176 libras de residuos electrónicos por año. Eso suma hasta 6.9 millones de toneladas anuales en todo el país.

Pero sus oponentes dicen que las medidas del movimiento del derecho a reparar presentan riesgos a la seguridad y protección.

En noviembre, Apple anunció su programa de reparaciones de autoservicio (en inglés) que permitirá a los clientes que se sientan capaces de hacer sus propias reparaciones —no solo a los proveedores de servicio autorizados—, acceder a las piezas y herramientas originales de Apple. El programa, que se implementará este año, se ofrecerá en un principio para las piezas de los iPhone 12 y iPhone 13, así como para las computadoras Mac con los chips de Apple M1. La fase inicial del programa se enfocará en los módulos que se reparan con más frecuencia, como la pantalla, la batería y la cámara del iPhone.

“Sin duda es un paso en la dirección correcta”, señala Proctor. “Pero todavía existen problemas con el programa. Es muy limitado”.

Abundan los ejemplos anecdóticos de productos más nuevos que duran menos que sus predecesores.

“Mi madre tuvo un lavavajillas KitchenAid durante al menos 20 años. Yo no logro que ni los de las marcas más caras me duren más de cinco años antes de que algún componente electrónico deje de funcionar. Y el costo de la reparación es de un 50% o más que el costo de uno nuevo”, dice Claire Lematta, redactora independiente de solicitudes de subsidios de Portland, Oregón.

Hace poco Anne Ward cambió su lavavajillas de 20 años cuando dejó de funcionar bien. “Notamos de inmediato que el nuevo tenía una fabricación más barata, la bandeja era mucho menos gruesa y no creemos que dure ni la mitad de lo que duró el modelo anterior”, comenta la chef ejecutiva de CircleClick, una firma de mercadeo digital de Silicon Valley.

Ward también pensó en cambiar la lavadora y la secadora que compró hace una década por modelos de mayor eficiencia energética y con funciones de tecnología avanzada.

“Pero varias personas me dijeron que, si los cambiaba, las máquinas nuevas estarían mayormente compuestas de piezas plásticas”, dice. “Las partes de plástico no duran tanto. Aunque no son productos de primera línea, estos electrodomésticos antiguos son confiables, así que no los vamos a sustituir hasta que tengamos que hacerlo".

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El profesor de diseño, Chapman, aborda el tema desde dos perspectivas. Primero está la “durabilidad física”, que es lo que sucede cuando algo se avería o se deteriora. Por otra parte, está la “durabilidad emocional”: el producto todavía funciona bien, pero ya no te encanta o te atrae un producto nuevo.

“De cierto modo podrías preguntarte por qué siguen sacando teléfonos nuevos. Pero entonces también podrías plantearte por qué sigues comprándolos", dice Chapman, cuyo libro reciente Meaningful Stuff: Design That Lasts, investiga por qué nos deshacemos de cosas que todavía funcionan.

Uno se convence de que debe cambiar su teléfono porque el nuevo modelo es más rápido. “¿Por qué es importante para ti?”, pregunta Chapman. “¿Acaso trabajas para la NASA o algo así? Incluso las supuestas fallas o deficiencias técnicas no suelen ser problemas verdaderos. Pero nos han entrenado a creer que lo son".

Para los que conservan sus aparatos más tiempo, "es casi como un acto de protesta o desobediencia porque es tan poco convencional hacerlo", dice Chapman.

Como parte del lanzamiento del producto S22, Samsung anunció que algunos teléfonos Galaxy seguirán contando con asistencia por cuatro generaciones de actualizaciones al sistema operativo Android —que antes eran tres generaciones—, y cinco años de actualizaciones de seguridad. Los relojes inteligentes de Samsung tendrán acceso a cuatro años de actualizaciones de su software.

Así nos “aseguramos de que millones de usuarios de teléfonos Galaxy accedan a las últimas funciones de seguridad, productividad, facilidad de uso y más, durante todo el tiempo que lo tengan”, anunció Samsung en un comunicado de prensa.

Por su parte, el sistema operativo más reciente de Apple para iPhone, iOS 15, es compatible con dispositivos que se remontan hasta los iPhone 6, que debutaron en el 2015, aunque los modelos más antiguos no tienen todas las funciones disponibles. La duración prevista de tus dispositivos podría reducirse a una cuestión de perspectiva.

“Tengo una radio despertador que mi familia compró en 1982”, dice Lisa Hitt de la zona norte de Virginia. “Todavía funciona y todavía la seguimos usando. Dudo que los aparatos similares que se compran hoy en día se sigan usando en 40 años”.

Hazte estas preguntas antes de confinar un aparato viejo al baúl de los recuerdos o de gastar dinero en uno nuevo.

1. ¿Es obsoleto? A menos que estés empeñado en lo nostálgico o que tenga valor sentimental, es difícil que logres arreglar una grabadora que data de la década de 1960 o incluso una videograbadora o una casetera más reciente. Aunque hallaras una tienda especializada en reparaciones —que no puede darse por hecho—, recuerda que los medios que quieres reproducir con esos productos probablemente ya se hayan deteriorado hace tiempo y puede ser imposible encontrar piezas de repuesto.

2. ¿Tienes otra opción? Lamentablemente, no siempre. Una vez que las compañías de servicio móvil terminen de desactivar las redes 3G, por ejemplo, tu viejo celular, sistema de alarma u otro dispositivo pueden ser prácticamente inservibles o totalmente obsoletos.

3. ¿Vale la pena arreglarlo? La respuesta podría depender del costo y, como mencioné anteriormente, de la disponibilidad de las piezas, lo que podrías averiguar en internet. Pero considera también qué componente está averiado. Una pantalla quebrada de un teléfono o tableta típicamente puede reemplazarse, al igual que una batería que se ha agotado. Analiza el costo frente a la antigüedad del producto, así como el valor de intercambio por un modelo más reciente.

4. ¿Tienes una garantía? Aunque la garantía del fabricante o de otra fuente haya vencido, si compraste el producto con ciertas tarjetas de crédito, tal vez se haya extendido la garantía.

5. ¿Hay algo mejor disponible? La respuesta es subjetiva. En otras palabras, la pregunta más adecuada es: ¿es mejor para ti? Está claro que un producto nuevo podría tener más funciones. Pero ¿son funciones que quieres o necesitas o que te facilitarán la vida?

6. ¿Puedes permitirte el reemplazo? Siempre ten presente tu situación económica.

7. ¿Hay actualizaciones de software? Los fabricantes de teléfonos y otros aparatos tecnológicos periódicamente sacan actualizaciones gratuitas de software para agregar funciones, subsanar problemas y corregir brechas de seguridad. Con muy raras excepciones, es importante instalarlas cuando se publican. No solo ayudarán a afinar o modernizar el producto, al menos en cierto grado, sino que las actualizaciones pueden ayudar a alargar un poco la vida del producto. Si las actualizaciones ya no son compatibles con tu dispositivo, es una señal de que llegó la hora de comprar uno nuevo.

Edward C. Baig es un escritor que colabora con artículos sobre tecnología y otros temas del consumidor. Anteriormente trabajó para USA Today, BusinessWeek, U.S. News & World Report y Fortune; también es autor de Macs for Dummies y coautor de iPhone for Dummies y iPad for Dummies.

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